Marrakech : los 7 lugares que no te puedes perder

Situadas en la medina, cerca del resto de los atractivos turísticos, las suntuosas tumbas saadíes son el testimonio de la grandeza de Marruecos en su época dorada. Construidas en el siglo XVI por orden del sultán Ahmed Al-Mansur Saadi, albergan los restos de los reyes y príncipes de la dinastía saadí, que gobernaron Marruecos entre 1524 y 1659. Ricamente decorado en un estilo hispanomusulmán, este sitio es una verdadera joya ya que es el único vestigio que queda de esta época, puesto que el sultán Moulay Ismaíl se encargó de eliminar todos los rastros de esta dinastía. Amurallado y olvidado durante cientos de años, el sitio fue redescubierto en 1917 y totalmente restaurado por los servicios de Bellas Artes. De las tres salas funerarias del complejo, no puedes perderte la sala de las 12 columnas, magníficamente decorada con tumbas de mármol de Carrara.

Otra parada obligatoria durante la primera visita a Marrakech es el jardín Majorelle, una burbuja de naturaleza y serenidad en medio del bullicio de la ciudad. Es todo un remanso de paz donde podrás pasear entre exótica vegetación, fuentes, pozas de nenúfares y arbustos en flor. La belleza del lugar explica perfectamente por qué el famoso diseñador de moda francés Yves Saint-Laurent se enamoró de este jardín y decidió comprarlo en 1980 con su socio Pierre Bergé. El jardín también alberga un monumento dedicado al artista y junto a él se encuentra el museo dedicado a la obra de Yves Saint-Laurent. Desde 2011, hay también un museo dedicado a la cultura bereber, situado en el corazón del jardín de Majorelle.

Si lo que quieres es escapar del ajetreo de las calles de la medina, no hace falta que te vayas muy lejos. La Menara, un vasto olivar de más de 100 hectáreas, ofrece a los marrakechíes y a los turistas un oasis de frescura en el barrio Hivernage, situado fuera de las murallas. Mucho menos turístico que Majorelle, el lugar es ideal para un picnic romántico o un paseo familiar en plena naturaleza. Tómate tu tiempo para pasear por la tranquila cuenca central desde donde podrás contemplar a lo lejos las magníficas vistas de los picos del Atlas.

Sería un error privarse de la oportunidad de descubrir el Palacio de la Bahía, un edificio lujoso con una arquitectura típicamente marroquí. Además, ¡visitarlo solo cuesta algunos dírhams! De finales del siglo XIX, este palacio de ocho hectáreas es hoy en día uno de los lugares culturales más visitados de Marruecos. En el interior encontrarás una sucesión de habitaciones ricamente decoradas, así como jardines dispuestos según la tradición de las riads marroquíes. Si miras hacia arriba podrás contemplar los espléndidos techos de madera tallada, antes de quedar completamente fascinado con el magnífico patio principal, similar a un tragaluz, totalmente cubierto de mármol.

La Plaza Jemaa El Fna, situada justo en el centro de la medina, es el corazón de la ciudad. Esta plaza, que fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad de la UNESCO, es un lugar de encuentro para locales y turistas. Siempre en efervescencia, día y noche, este vasto mercado es el hogar de comerciantes ambulantes, encantadores de serpientes y adivinos. Si te abres paso entre la gente, encontrarás un camino para llegar a la entrada del zoco, una visita obligada en la Ciudad Roja.

El zoco, visita obligada en Marrakech, es un verdadero laberinto de callejones sinuosos en el que es difícil no perderse. Así pues, es mejor tener un mapa antes de adentrarse en los callejones estrechos que los marroquíes conocen como la palma de su mano. Una vez dentro encontrarás una maraña de pequeñas tiendas repletas de bolsos, zapatillas y diversos objetos de artesanía marroquí. Si estás buscando souvenirs para llevar a casa, pon rumbo a la plaza de las especias, donde los aromas de la cúrcuma, el cilantro, la canela y otras especias perfuman y colorean los puestos. Entre los callejones encontrarás algunas instituciones culturales como el Museo de Marrakech o la Casa de la Fotografía. También está cerca la Madraza de Ben Youssef, una escuela coránica y una joya de la arquitectura morisca que no te puedes perder.

La mezquita Koutoubia es un punto de referencia de la ciudad, pues su emblemático minarete se puede ver a kilómetros de distancia. A pocos pasos de la plaza Jemaa el Fna, la alta silueta del minarete es fácilmente reconocible y ha servido como modelo para la famosa Giralda de Sevilla. Aunque el edificio sea bonito a cualquier hora del día, es al iluminarlo por la noche cuando revela toda su belleza.